Letra sin acordes
Ábranse los cielos,
lluevan al Mesías,
que es nuestro consuelo,
nuestro Redentor.
Claman los collados:
“Ven ya, Salvador”;
los sedientos prados:
“Llega, Redentor,”.
y el erial sin río
pide ya el rocío.
Ábranse los cielos,
lluevan al Mesías,
que es nuestro consuelo,
nuestro Redentor.
¡Oh sol del Oriente,
claro más que el día;
la noche sombría
ceda al resplandor!
Muyan las tinieblas
de muerte y horror;
a fundir las nieblas
venga tu fulgor;
que el desierto es largo
y el destierro amargo.
¡Oh sol del Oriente,
claro más que el día;
la noche sombría
ceda al resplandor!
Un yermo es la tierra,
zarzas sólo brotan.
El vivir es guerra
de la humanidad.
Broten ya las flores
en nuestra heredad.
Cedan los rigores
de la adversidad,
y la tierra ría
viendo el nuevo día.
Un yermo es la tierra,
zarzas sólo brotan.
El vivir es guerra
de la humanidad.
/// Otra versión:
Ábranse los cielos, lluevan al Mesías,
que es nuestro consuelo,
nuestro Redentor.
Claman los collados:
“Ven ya, Salvador”;
los sedientos prados: “Llega, Redentor”.
Y el erial sin río pide ya el rocío.
Ábranse los cielos, lluevan al Mesías,
que es nuestro consuelo,
nuestro Redentor.
¡Oh sol del Oriente,
claro más que el día;
la noche sombría ced al resplandor!
Huella las tinieblas de muerte y horror,
a fundir las nieblas venga tu fulgor;
que el desierto es largo
y el destierro amargo.
Ábranse los cielos, lluevan al Mesías,
que es nuestro consuelo,
nuestro Redentor.
Un yermo es la tierra,
zarzas sólo brotan.
El vivir es guerra de la humanidad.
Broten ya las flores en nuestra heredad.
Cedan los rigores de la adversidad.
y la tierra ría viendo el nuevo día.
Ábranse los cielos, lluevan al Mesías,
que es nuestro consuelo,
nuestro Redentor.
Agrega una reseña